
Este ciclo intenta ilustrar cómo el cine ha manifestado, en su corta existencia, igual devoción por representar esas historias de sacrificio y redención: En Ordet, es aquel que ha extraviado su razón quien enuncia la palabra que convoca el milagro. Decíamos de Juana, en este caso en la muy austera y contenida versión de Bresson (El proceso de Juana de Arco), quien reproduce la pasión inaugural, trocando la crucifixión por la pira y el fuego. Buñuel opta por ilustrar el ascetismo redentor
de Simón, el estilita (Simón del desierto). Un soldado convertido en monje es el eje redentor que Kon Ichikawa erige en El arpa birmana; pero también un ex convicto (Un oso rojo), un mestizo karateka (Billy Jack), o una teórica y militante del marxismo revolucionario (Rosa Luxemburgo) pueden ser redentores de minorías subyugadas, explotadas y discriminadas. Una muestra en torno al cine asumido como acto trascendente en tiempos de historias mínimas; para ver y pensar.
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